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Noviembre de 1994 fue clave para el carmenere chileno. En ese momento, el francés Jean Michel Boursiquot, en su calidad de enólogo experto realizó una visita a los viñedos de Viña Carmen, en el valle del Maipo.

Mientras caminaba entre las parras de una plantación de merlot, de detuvo a mirar unas plantas que le llamaron la atención. De pronto se dio cuenta de que eso no era merlot, sino que para su sorpresa tenía en frente unas vides de la desaparecida cepa originaria de la región francesa de Burdeos… el carmenere.

Este descubrimiento amplió la visión de los vinos del país. Y a 20 años del redescubrimiento del carmenere, las plantaciones de esta cepa han crecido de tal manera que muchas viñas apuestan por convertirla en un emblema de la industria vinícola nacional.

El hallazgo del carmenere no sólo sorprendió a los chilenos, sino que fue una noticia mundial, ya que se que creía que esta cepa estaba extinta tras el surgimiento de una plaga de filoxera que, a mediados del siglo XIX, arrasó los viñedos europeos. Los historiadores, sostienen que el carmenere llegó a Chile entre 1840 y 1890, en embarcaciones que tenía como destino Chile, ya que en ese periodo, el país vivía un auge económico importante de la mano del salitre y el carbón.

Junto al carmenere, también plantaron cepas como cabernet sauvignon, merlot y sauvignon blanc. Y durante muchos años se cultivó el carmenere pensando que era una variedad chilena del merlot.

Dos años después del re-descubrimiento, en 1996, Viña Carmen envasó por primera vez un carmenere. Sin embargo, éste fue etiquetado como Grand Vidure porque la cepa aún no estaba registrada por las autoridades agrícolas del país.

A partir de ese momento, la cantidad de hectáreas chilenas cultivadas con carmenere han aumentado rápidamente. Por otro lado, los enólogos han identificado los mejores suelos y valles para plantar esta cepa, que necesita un clima cálido y suelos profundos y arcillosos. Las especiales características de la tierra chilena, la brisa del Pacífico y el resguardo de la cordillera de los Andes, da como resultado vinos carmenere finos y de taninos delicados.

¿Y qué es lo que lo ha hecho ser uno de los vinos preferido? … El carmenere tiene mucho volumen en boca, es muy amistoso, muy sedoso y aterciopelado. Destaca su aroma a especies y su suavidad, lo cual hace que sea ideal para distintos tipos de comida.