Apertura.com./- En 2013, las exportaciones de las bodegas argentinas cayeron un 15,3 por ciento, en volúmenes, con categorías que se desplomaron en más del 30. Qué planean hacer las principales empresas.
Todos los días, los cruceros de la compañía finlandesa Viking Line zarpan desde Helsinki hacia Suecia y Estonia. En sus travesías por el mar Báltico, los barcos despliegan una oferta gastronómica de “más de 70 etiquetas de vino cuidadosamente seleccionadas”, según se lee en su menú online. El año pasado, una bodega patagónica desapareció de la exclusiva carta. “Perdimos ese mercado”, se lamenta Julio Viola, presidente y propietario, junto con Eduardo Eurnekian, de Bodega del Fin del Mundo. Por primera vez desde su puesta en marcha (abril de 2003), la empresa redujo la producción un 10 por ciento, a 9 millones de botellas (crecía 20 a 30 por ciento anual). “Se complicó exportar a Holanda, Alemania, Dinamarca y Suecia. Dejamos una mínima presencia en esos países pero, una vez que se abandona, otro ocupa el lugar en la góndola”. La foto del sector es poco alentadora. En 2013, las exportaciones de todos los productos vitivinícolas (vino en botella, tetra-brik, granel, espumante y mosto) cerraron en rojo. En volumen, cayeron 15,3 por ciento interanual, con categorías que se desplomaron hasta 31,6 por ciento, informa Caucasia Wine Thinking. La película es más cruda: el país exportó 400,4 millones de litros el año pasado, casi un tercio menos que en 2008.
Las causas del descenso no son nuevas. Desde 2010, la actividad pierde competitividad por un tipo de cambio atrasado y costos que, en algunos insumos, crecieron hasta 31 por ciento anual. Ese combo de factores, que se agudizó en 2013, arrastró la rentabilidad del sector del 22 por ciento, en 2006, al 6 por ciento, coinciden fuentes del negocio. Por el contrario, el mundo demandó más vino. Entre 2008 y 2012, el consumo global creció 3,23 por ciento, a 2663 millones de cajas de 9 litros, que equivalen a unas 31.956 millones de botellas (4,6 envases de 750 mililitros por cada habitante del planeta). Hasta 2017, se espera que el consumo crezca otro 4,97 por ciento, de acuerdo con un estudio realizado por Vinexpo e International Wine and Spirit Research (IWSR). Con un mercado interno que, en los últimos 10 años, redujo un 25 por ciento la ingesta per cápita anual de vino –de 33 litros, en 2003, a 24,3 litros, el año pasado, informa abeceb.com–, el mundo es el destino más atractivo para las bodegas argentinas. Es la estrategia que diseñaron Italia, España y Francia, cuyo consumo interno se derrumbó entre 6 y 18 por ciento en los últimos seis años y, ahora, se vuelcan a la exportación. Sobre todo, en el rubro más competitivo, que es por debajo de los US$ 10 (precio retail) por botella. Significa el 90,4 por ciento del consumo mundial de vino, según IWSR. Pero la Argentina ya no es competitiva en ese segmento, que se exporta a unos US$ 30 la caja (valor FOB). De hecho, sus despachos externos en esa franja cayeron 40,9 por ciento, según Caucasia. El país apuesta, en cambio, a los segmentos medios y altos. Si bien la aceleración de la devaluación devolvió algo de competitividad, los players advierten que la última palabra la tendrá la inflación, que sigue al galope: 27,5 por ciento en 2013, según abeceb.com. Por lo pronto, a fines de enero, las cámaras del sector anunciaron que presentarán un reclamo ante la Secretaría de Comercio, debido a insumos que aumentaron entre 15 y 30 por ciento. La mayoría, de producción nacional.
Balance tinto Hay unas 1200 bodegas, de las cuales 300 exportan a 110 mercados, según Wines of Argentina, que nuclea a 220 de ellas. Hace cinco años, las principales variables de exportación vitivinícola figuraban azules en el informe anual que realiza Caucasia. Crecía la facturación (al 29,2 por ciento) y el volumen de envíos (al 11,8). La tendencia empezó a revertirse en 2011. Y, el año pasado, viró al rojo: ingresos 5,4 por ciento abajo y caída interanual del 15,3 por ciento, en litros exportados. La categoría “vino en botella” representa el 44,5 por ciento del volumen. Sus ventas fueron negativas en 2011 (-3,2 por ciento), 2012 (-2,8) y 2013 (-2,1). Lejos del alza, del 15,6 por ciento, cosechado en 2008. El año pasado, 10 países concentraron el 77 por ciento de esas compras. En siete, las exportaciones cayeron hasta 10,9 por ciento interanual. Juan José Canay, presidente de Bodegas de Argentina, suma un dato. De los 20 mercados a donde más vende la Argentina, el volumen cayó en 15. “Se creció sólo en los Estados Unidos, Alemania, Rusia, Irlanda y México”, enumera. La entidad engloba a 250 asociados. Atrás quedaron los niveles de crecimiento de doble dígito, tanto en valor como en volumen. “Hace tres años que, como país, no logramos superar los US$ 1000 millones en exportaciones de vino (sin incluir mosto).
Por la suba de costos de insumos secos (botellas de vidrio, corchos, cajas de cartón, etiquetas y cápsulas) y fletes, en un mercado mundial donde la posibilidad de subir los precios es muy baja, las bodegas locales perdieron muchos mercados en los productos que se venden por debajo de los US$ 26 la caja (FOB)”, sintetiza Martín Ramos, CEO de Grupo Peñaflor, principal exportador vitivinícola del país. “No es porque no haya demanda para los vinos argentinos en esos puntos de precio, sino porque exportar, con la suba de costos en dólares de los últimos tres años, era hacerlo absolutamente a pérdida”, añade. Peñaflor tiene las bodegas Trapiche, Finca Las Moras, El Esteco, Santa Ana y La Rosa, entre otras. En exportaciones de vinos fraccionados y espumantes, ostenta un share de 15,4 por ciento, en valor, y 20,1 por ciento, en volumen, según datos del sector. El año pasado, facturó US$ 486 millones. Generó US$ 185 millones en sus 95 mercados offshore. En 2002, fueron US$ 20 millones, en 20 países. Este año, prevé superar los US$ 200 millones.
Segunda en el ranking de exportaciones está Catena Zapata, dueña de Álamos, la etiqueta argentina de vino más vendida en el mundo. Si bien aumentó sus despachos un 16 por ciento, Gastón Pérez Izquierdo, CEO de la firma, señala los issues que complicaron la operación. “Se acentuó el atraso cambiario y continuó el incremento en los costos. Nada fue mejor que en 2012”, resume. La bodega, que exporta el 65 por ciento de su producción, facturó $ 700 millones en 2013. “No podemos llegar a determinados segmentos. Al aumentar los costos, tuvimos menos posibilidades de impulsar las ventas”, evalúa José Alberto Zuccardi, director de Bodega Familia Zuccardi, la tercera en exportaciones. El año pasado, sus envíos cayeron 5 por ciento (destina el 55 por ciento de su producción a 50 países). “Desde principio de década, el sector crecía 15 por ciento, en promedio, en vino en botella. Se detuvo hace tres años”, observa. La firma, que agrupa a las bodegas Santa Julia y Zuccardi, embolsó $ 450 millones durante 2013.
Norton es, por volumen, la quinta bodega que más exporta, detrás de Trivento. En 2006 y 2007, vendía la mitad de su producción en el exterior. Hoy, sólo el 38 por ciento. “Lo ideal sería volver al 50/50”, añora Luis Steindl, COO de la firma y vicepresidente de Bodegas de Argentina. Sacrificando márgenes, dice, las exportaciones crecieron 11 por ciento el año pasado, en volumen, y 8,6, en facturación. Norton cerró 2013 con ingresos por $ 351 millones. Planea crecer 18 por ciento, a $ 416 millones, este año. Luigi Bosca también redujo la porción exportada. Hace dos años, enviaba al exterior seis de cada 10 botellas. En 2013, exportó el 50 por ciento. “Por el aumento de costos de producción, el año fue malo en márgenes”, explica Alberto Arizu (h), director Comercial de la bodega y presidente de Wines of Argentina. La empresa elaboró 350.000 cajas de 12 botellas de Finca La Linda y 250.000 de Luigi Bosca (sus dos marcas), entre vinos tranquilos y espumantes. Exporta a 60 países.